Fitch declara al gigante inmobiliario chino Evergrande en «impago restringido»
Fitch ha bajado este jueves el rating del gigante inmobiliario chino Evergrande y sus filiales Hengda y Tianji a «impago restringido», una medida que no había adoptado aún ninguna otra agencia de calificación crediticia, después de que la compañía no pudiera hacer frente al pago de cupones de deuda esta semana.
Evergrande, con un pasivo en sus cuentas superior a los 300.000 millones, no pudo atender el pasado lunes al pago de cupones de bonos por un importe de 82,5 millones de dólares y anunció que negociará un plan de reestructuración con sus acreedores. Como resultado, las acciones de Evergrande en Hong Kong se desplomaron ese día a mínimos desde mediados de 2010.
Fitch también señaló el jueves que Kaisa, otro promotor inmobiliario altamente endeudado que no ha pagado un bono de 400 millones de dólares que vencía el martes, también está en situación de «impago restringido».
Desde finales de septiembre, Evergrande ha incumplido varios pagos de intereses, pero hasta esta semana había evitado el impago transfiriendo fondos antes del fin del periodo de gracia de 30 días.
El Banco Popular de China inyectó el lunes liquidez por valor de 188.000 millones de dólares en el sistema financiero en un intento por contener el nerviosismo provocado por la crisis de Evergrande.
Paréntesis de sosiego
Tras semanas de cierta calma en las que el conglomerado fue esquivando los impagos sobre la bocina en varias ocasiones, el viernes por la noche volvieron a sonar las alarmas tras un comunicado en el que Evergrande avanzaba el posible impago de 260 millones de dólares de un aval.
El grupo reveló que había recibido una demanda para afrontar el citado pago en un momento en el que «no hay ninguna garantía» de que disponga de fondos suficientes para cumplir con sus obligaciones financieras ante su crisis de liquidez, causada en parte por las restricciones impuestas por Pekín al acceso a la financiación bancaria para las promotoras más endeudadas. En el mismo documento, el grupo anunció su intención de negociar con sus acreedores un plan «viable» para la reestructuración de su deuda offshore.
Después la publicación del comunicado, las autoridades chinas reaccionaron en cadena: primero, las autoridades de la provincia suroriental de Cantón, donde la compañía tiene su sede, anunciaron que destinarían un «grupo de trabajo» a Evergrande para «resolver sus riesgos de forma efectiva».
Tras ello, el Banco Popular de China y los reguladores de bancos y aseguradoras y del mercado de valores salieron al paso para lanzar mensajes de calma y asegurar que el riesgo de contagio de la crisis de Evergrande para otras compañías del sector es «controlable» y que «no tendrá un impacto negativo» en el sistema financiero del país.